viernes, 4 de junio de 2010

Puedo entenderte

Puedo entenderte. Te has hecho adicto a tu propia miseria, y bien que lo sabes. Tu cerebro ha segregado cantidades ingentes de jugo de violencia verbal, y aunque pasiva, te excita. Ese es tu placer. El empujón, el ladrido, el pinchazo. Lo que nunca dirías a nadie a la cara lo dices donde nadie puede verte, ni oír el chasquido de tu ronca silabación, desbocada por el anhelo de una respuesta condicionada. Ese es tu premio, tu trofeo, esa cabeza de ratón colgada en lo alto de tu chimenea.
-Sí, yo tumbé de medio puñetazo a ese cabrón... -dices, en tus ensoñados diálogos de vejez y soledad. Y el ratón se te antoja un ciervo, un jabalí, un holograma de la cabeza de la bestia más feroz.
Y así vives, esperando un nuevo round. Boxeador lisiado, tullido viejo.

Puedo entenderte. Esa llamada es tan potente... Da la puñetera casualidad que ese que eres tú podía haber sido yo. Es más, puede que sea yo algún día. Cuando llegue a viejo. Tan miserables podemos ser, a veces. Solo la miseria ajena se reconoce serenamente cuando has albergado algo de miseria similar. Aunque en mi caso es diferente: yo soy un Jedi.

Amidala está muy, pero que muy extraña. La gestación la ha transformado. Y a mí, por momentos, se me hace insufrible. Mi niña, la más guapa, la más dulce. Aunque ese nombre... me hace pensar en una amígdala, y la magia de su carita de muñeca se disuelve en el aire de esta habitación, repleta de ropa por planchar. Ahora duerme. Ella duerme y yo escribo.

Hace días que no me afeito. Necesito pilas para mi espada láser -no sé qué manía tenía George de llamarle "sable". Todo el mundo sabe que un sable es un arma curva, evolución de las simitarras árabes.

Vuelvo a ti, ratón pendenciero. A mí también me seduce ese zafio reptar de serpiente lujuriosa y castrada. Pero aún sé metabolizar y expulsar esa sucia pasión. Pero ay, aunque así sea, durante todo el tiempo de ese proceso, ya has transitado por mi interior. Ya te he tenido, zafia maldad.

Hoy no pasaría los exámenes de Obi-Wan. Por suerte, hoy ya no hay misiones galácticas, y somos un cuerpo disuelto y desperdigado por el mundo. Pero ojo, no somos ratas. Hemos conocido la Fuerza, y una pequeña marca ha dejado en nuestras almas.

Amidala se ha despertado, y quiere algo. Creo que un vaso de agua.
Por eso me despido hasta otro rato.

2 comentarios:

Maspons dijo...

No sé si ets un Jedi bo o un dolent que lluita contra el bon criteri. No crec que siguis el pastejador per això et torno la visita, i algun dia espero visionar les vostres aventures a la pantalla a veure la vostra filosofia.

Anakin dijo...

Bienvenido.