sábado, 1 de enero de 2011

El club de los buenistas (capítulo 6: Carla)

Pasaron muchos días sin que tuviese noticias de Ian. Y me extrañaba. En algún momento pensé que quizás estuviese haciendo la guerra por su cuenta, y por eso me entretenía en buscar breves en algunos periódicos reportando algún hecho luctuoso, del tipo

Aparece muerta una infeliz dependienta de boutique de El Bulevard Rosa, muy dada a elogiar los bustos de las clientas.

Hallan sin vida el cuerpo de un celador de ambulatorio excesívamente melifluo en el trato con los usuarios del sistema de salud público

Estudiante de hostelería, rubia sin atractivo pero con pretensiones, mure con un extraña mueca de placer en la boca

Pero al cabo pensé que los periódicos no publican titulares de este tipo. No, Ian estaría hibernando, cobijando nuevas ideas. O quizás se estaba echando para atrás y no era más que un payaso más, con mucha boca y pocos guts.

Pero esta mañana me ha llamado. Me ha puesto al corriente de sus pasos recientes. Me ha dicho que se ha dedicado a elaborar una lista de personajillos de Facebook, de esos que aparecen fotografiados con copas en la mano, mostrándose en su ficticia felicidad fiestera en discotecas y otros centros de aborregamiento colectivo.
-Anakin, quien publicita su felicidad no es más que un miserable infeliz. Merece ser borrado de la faz de la sociedad.
-De acuerdo, pero, ¿Y el programa de ejecuciones?
-Ya te informaré. Nombres, sitios, caras. Llevamos retraso, Anakin, y la estupidez crece exponencialmente. Déjalo en mis manos, pero prepárate para una intervención rápida, quirúrgica.
Así hemos quedado.

Ha habido novedades en el curro. Me han nombrado Jefe de Barridos y Fregados, y, lo más sensacional... me han asignado una padawan. Una discípula, a quien debo instruír en el noble arte de la pasada y repasada de mocho. Se llama Carla, y pese a ser un retaco, tiene un cuerpecito endiabladamente explosivo, una cabellera negra y rizada y unos ojazos verdes de Sherezade mesopotámica. Es viva, graciosa, lenguaraz, descarada y tierna. La Fuerza me ha escuchado: yo pedí una Ashoka, un angel balsámico que me permitiese resarcirme del dolor por haber perdido mi tiempo con Padmé Amidala, y me ha complacido. Hay miles de Ashokas, da igual el color de sus ojos. Cierto es que el azul-piscina de la Ashoka real no lo veré nunca jamés en ningún rincón de la galaxia, pero da lo mismo.

Carla suspende en el instituto. Su padre la ha puesto a trabajar. Carla, mientras fregamos el vestíbulo de la estación, me pide que repasemos morfosintaxis. Sintagma nominal, sintagma verbal, oración pasiva refleja, subordinada adverbial. Me luzco y me hago el chulo, para impresionarla. Algo pilla, no te creas.

Carla quiere que le diga las cosa tal y como son. Le gusta que la trate como a una chica mayor, y no la sermoneo. Solo le digo lo que yo haría, recalcando que ella tiene derecho a hacerme caso o no, que es libre. Cuando se mete a fondo en sus propias reflexiones habla y habla,  se despista y me cambia el nombre. Un día hasta me llamó "mama", y nos reímos un montón.

Hoy no ha venido, y la he echado de menos. Hoy solo me ha llamado Ian, y voy a ser sincero, me ha hecho cambiar el humor. Me ha puesto de un humor extraño, oscuro, feo.

No, no creo que me enamore de Carla, pero sí creo que la querré a rabiar. Solo espero que Mónica no se entrometa.  

5 comentarios:

Baltasar dijo...

Deja ya de ir a tocar las pelotas a Can Noctas. Confórmate con tu escasa audiencia o cállate ya.

Mourinho dixit: dijo...

Teatroooo, lo tuyo es puroooo teatrooo!

Anónimo dijo...

Anònim ha dit...
La susodicha alondrita creo que voló definitivamente para no volver del territorio de Can Criteri.

Anónimo dijo...

Creíste mal, la susodicha alondrita ya apareció.

Anónimo dijo...

Dios los cria...