miércoles, 30 de junio de 2010

Deuda

Lo prometido es deuda.
Ahora bien: antes de responderte debo cerciorarme de algo; por dar un inicio al relato; un cierto relato subyace en todo este asunto.

Estimado: ¿reconoces esta voz?

[...]Perot lo Ruc: No sé d'on es pogut treure que jo sigui amic de Russia. Però en qualsevol cas he de dir que ets la persona mes in-noble i més desgraciada que sol freqüentar aquest blog just amb l'Octavi que deu ser el teu amant o qui et fa feliç sexualment parlan't. Tu no m'arribes ni tan sols a l'alçada dels talonn de les sabates. ¿Ho entens? i no penso parar fins que tu i tota la merda que t'envolta foti el camp d'aquest blog i ens deixi en pau. Tu el divendres passat, vas pensar que jo era un pobre imbécil i la vas prendre amb mi. però amic, amb l'iglesia has "topao". Quan vulguis parlar d'alguna cosa, no t'en vagis a un altre lloc. Vine sempre de cara. Jo et vaig demostrar en el article sobre la bomba americana que Russia es una democracia i tu no es tingut el collons de portar-me la contraaria perque seguramernt ets un pobre home i un "fill de poeta", com se li diu aquí a la gent que com tu vol anar tocan't els collons dels que en sabem i podem anar dona't llicons. Au! ves que et moqui la iaia i estigue't una estona callat.

Estoy seguro que sí. Pero como sé que para según qué cosas eres poco perspicaz, y que según cómo se te lleva al huerto con facilidad, me quiero asegurar. Por si es necesario, otra perlita:

[...]Deixa d'una vegada de fer lo sapastre. ¡Calla cony! i no obris mes la boca fins que tinguis veritablement quelcom que dir, que sigui una mica original, prenda -com diu la meravellosa Elisenda-. Deixa de repetir com una cacatùa embossada tot allò que diu la gent mes acurada i savia que tu, rei. Calla una bona estona fins que passi tot el "broquil" que tenim armat a casa nostra i deixa ja de fer d'una vegada l'imbécil. Jo, per si no ho saps, no soc cap sudaca i no vull sentir-te dir-ho mai mes o em cagarè amb allò que mes mal et pogui fer i per mes que, desprès, totes les bones animes d'aquest blog diguin que soc un mal parlat y alguna cosa mes. ¿D'acord, prenda?. Jo també voto Convergencia, desgraciat i ho faré passi el que passi tant si es critica a n'en Pujol com si es critica a la mare de Deu. ¿Ho entens? Doncs calla, romà una estona amb la "bouche fermé" i demostra que el teu seny arriba una mica mes enllà del teu nas, prenda. Si vols i no t'ho creus demá mateix o quan tu vulguis anem a Sant Andreu de la Barca, a la caserna a fotre un merdé de tres parells de collons amb els fill de puta de la guardia civil. ¿Vols qui anem? Però si et cagues als calçotets que t'ho r3enti la teva dona o poguer la teva mare peó jo no pararè. També pot vindre láltre valent dén Josep i lo Joan si vol.

Está claro, ¿no? Esa terrible ortografía, esos despropósitos con la acentuación, ese tono intimidatorio, esa excitación de perturbado... sé que le reconoces. Confírmamelo, de todas maneras. Y si aún te interesa el tema, continuamos.

P.D: He visto el triste espectáculo recientemente acaecido, de nuevo, en tu base. No me he querido meter ni pronunciar, por no atraer miradas hacia aquí, hacia Tatooine, mientras dure el tema que tenemos entre manos. Algo de privacidad nos hará hablar con más tranquilidad, comodidad e incluso sinceridad.

jueves, 24 de junio de 2010

Tregua

Un mea culpa con la boca pequeña, muy pequeña y en la oscuridad de un confesionario forzado, colgado de las alturas del planeta Tatooine. Pero un mea culpa, al fin y al cabo.

Es la primera vez que te oigo reconocer algo. A ti, que lo que más te va es tener razón, regocijarte en tu suficiencia moral, autocomplacerte en el acierto de tus teorías, en el autobombo de cómo el tiempo te colma de razones, a ti, y se las quita a tus adversarios ideológicos. Eres vanidoso, y sé lo convencido que estás de que tus posiciones, tus criterios, tus decisiones y tus pautas de acción son las mejores, las más acertadas y sabias.

Por ello estoy enormemente satisfecho de mí mismo por haber sido artífice de esta situación a la que ni estás acostumbrado ni nos tienes acostumbrado: has reconocido algo. Con boquita de piñón, pero se ha oído. Un destello de humildad.

Tregua. Tregua te doy. Hasta que vuelvas a ser pequeño y te olvides que Honor se escribe con mayúscula. Hasta que te vuelva a ver pidiendo refuerzos, a los primitos de Zumosol que tienes por ahí esparcidos cuando te hayan dado -si se tercia- un vapuleo guapo. Tú ya me entiendes. Que lo que te digo ya lo hemos visto y vivido, pero hemos preferido correr un tupido velo. Pero que ahí quedastes fatal lo vi yo y unos cuantos más.

Tregua. Tregua unilateral decretada a día de hoy.

Y ya mataré el aburrimiento estelar fabulando sobre mi propia existencia.

viernes, 18 de junio de 2010

Arrogante

Hace como que escucha, pero solo oye. Te oye, displicente, con su sonrisilla resabida. Nada más. Escucharte significaría dejarte entrar en su palmo cuadrado de suficiencia. No, no escucha el arrogante, porque esto significaría, por un momento, diluír su Yo en el Nosotros, y no quiere correr ese riesgo: tanta estima tiene de sí mismo que no expone. Tiene miedo.

Tan pequeño es, que la única forma de ser grande es cerrar los oídos, relegar al Otro a los confines del horizonte, donde incluso los gigantes parecen enanos.
Tiene miedo a tener que dejar que ser Yo y contaminarse de Tú, desaciendo la madeja y volviendo al hilo esencial, donde las diferencias son irrisorias, ínfimas.
Cowboy guardián de fronteras, que no Simbad, amigo de lejanos y extranjeros puertos.

Escuchar es darse, y hoy por hoy no sabe. Por eso es arrogante.

Y te resultaría tan glorioso... te darías cuenta de que el Grande mide como tú, ni más ni menos. Conociéndole te reconocerías. Y con él te irías de aventuras, serías funambulista entre dos abismos, le vacilarías al mismísimo Diablo y la fascinación por lo nuevo por bien poco no te rebentaría el pecho, tan auténtico, tan frenético sería el latir de tu corazón. Y conocerías los sótanos que albergan El Club de la Lucha, donde te empezarías a sentir vivo, y sostendrías tus combates hasta que tú, hombre por fin libre, gritases "basta".
Y te acostarías, ya con el alba, orgulloso de haberle aguantado la mirada al viejo Dioniso, tu nuevo camarada.

Pero no. Él es arrogante, ya que más allá de su verdades no sabe ni quiere comprender el mundo.

Yo lo daría por bueno, si después, tras el implacable dictámen de los hechos -te lo dije, flirtear con lo mezquino pasa factura- no echases a correr buscando hombros en que llorar, empequeñecerte, implorar sutilmente el perdón. No es esa la humildad del Caballero, pequeño arrogante. La grandeza del Caballero es la de reconocer sus excesos, sus errores, dándose y poniéndose en pie de igualdad.

Porque todo Caballero respeta al Caballero, ya sea Jedi, Quijote, Capone, Pirata cojo, Casanova, Lanzelot, Vaquilla o D'Artagnan.

viernes, 11 de junio de 2010

Lealtad

Es lo que se espera de nosotros.
Un cierto vuelo, algo de altura personal.

Siempre pensé que tus delirios de grandeza nublaban tu mente. Que por un falso halago, por el lametón de un adulador, por un beso de Judas, eras capaz de vender tu otra mejilla, pagando el precio de la burla y la humillación. Beso y puñalada. Y tú aguantando. El síndrome del maltratado.

El beso del traidor te hizo a ti traidor. Solo el débil se deja seducir por lo mezquino.

No fuiste leal. Tu poca valentía, tu obtusa obsesión por arrimarte al sol que más calienta dinamitó puentes. Flirtear con el Mezquino abarató tu condición.

Pero ay, mi querido tutorando, tú, revestido de infalibilidad, tú, tras tu delirante dogmatismo del Bien, tras tu cínica transmutación del Mal -lo pequeño, lo pusilánime, lo cobarde- deseas seguir siendo rey desnudo que señala, resentido, al rey que va vestido y bien vestido. Quizás sean sus ropajes de hombre libre los que te resulten insoportbles.

Me entristece ver tu Ego convertido en tus orejeras. Me da más pena a mí que a ti. Tan solo un gesto firme te hubiese salvado. Que al fin y al cabo, el Bien más tangible siempre tiene que ver con la lealtad.

Desde Austin, Texas, vía Tatooine, desplegando la mirada sobre estos vacíos mundos, sobre estos vanos ajetreos de absurdidad.

lunes, 7 de junio de 2010

Victoria vs. Derrota

Si somos héroes, si alguna vez fuimos héroes, fue por nuestra capacidad de entender que nada tiene valor si no lo ponemos en juego.

Si el villano fue villano fue por el tosco convencimiento de que su gordo trasero, su morcilloso culo, era el tesoro de más valor de toda la creación, y que todo justificaba su salvación. El sollozo, el lamento, la renuncia a ser Señor. La entereza, la dignidad, a cambio de la pervivencia.
Si alguna vez fuimos héroes, es porque supimos que nuestra vida no tiene más valor que el que le damos cuando estamos dispuestos a arriesgarla. Renunciar a la fuerza cierra todas las puertas de la gloria. El cielo de los valientes está cerrado a cal y canto a los que no supieron gritar para infundir a las ratas algo de terror.

Yo así lo vivo, pero sin mística. Mi mística es mi yo. Ojo, no mi ego: estoy hablando de mi palabra y mi ley. Mi maestro lo vivió diferente. Él entiendió el radical nihilismo, el vacío sobre el que debe saltar el héroe. Pero él, tras esta vacuidad esencial, supo encontrar la mística de la paz universal. Y de ahí nunca se apartó.

Vuelvo a ti, pequeño vanidoso, que sacas pecho por una victoria que no te has trabajado. Tu mística es la de aquel que de su humildad y pequeñez sabe hacer su perversa superioridad. Y en tanto que perversa, sostiene que su pequeñez es envidiada, y por ello, ay... odiada.

Si de una victoria no sabes extraer la correcta lección, no tendrá más valor que una derrota.

Te veo, bien de cerca, bien de lejos. Desde mi casa, una apañadísima mobil home de setenta metros cuadrados estacionada en las afueras de Austin, Texas. Cuando Padmé (más bonito que Amidala, por favor) haya parido, nos iremos a Hong kong o Nueva York. Pero de momento, desde Austin salto a Tatooine con más facilidad, y de ahí más facilmente a la nada cibernáutica.

Te segiré hablando, de lo tuyo y lo de todos. Te ha salido un tutor, sin pedirlo. Ya ves.

viernes, 4 de junio de 2010

Puedo entenderte

Puedo entenderte. Te has hecho adicto a tu propia miseria, y bien que lo sabes. Tu cerebro ha segregado cantidades ingentes de jugo de violencia verbal, y aunque pasiva, te excita. Ese es tu placer. El empujón, el ladrido, el pinchazo. Lo que nunca dirías a nadie a la cara lo dices donde nadie puede verte, ni oír el chasquido de tu ronca silabación, desbocada por el anhelo de una respuesta condicionada. Ese es tu premio, tu trofeo, esa cabeza de ratón colgada en lo alto de tu chimenea.
-Sí, yo tumbé de medio puñetazo a ese cabrón... -dices, en tus ensoñados diálogos de vejez y soledad. Y el ratón se te antoja un ciervo, un jabalí, un holograma de la cabeza de la bestia más feroz.
Y así vives, esperando un nuevo round. Boxeador lisiado, tullido viejo.

Puedo entenderte. Esa llamada es tan potente... Da la puñetera casualidad que ese que eres tú podía haber sido yo. Es más, puede que sea yo algún día. Cuando llegue a viejo. Tan miserables podemos ser, a veces. Solo la miseria ajena se reconoce serenamente cuando has albergado algo de miseria similar. Aunque en mi caso es diferente: yo soy un Jedi.

Amidala está muy, pero que muy extraña. La gestación la ha transformado. Y a mí, por momentos, se me hace insufrible. Mi niña, la más guapa, la más dulce. Aunque ese nombre... me hace pensar en una amígdala, y la magia de su carita de muñeca se disuelve en el aire de esta habitación, repleta de ropa por planchar. Ahora duerme. Ella duerme y yo escribo.

Hace días que no me afeito. Necesito pilas para mi espada láser -no sé qué manía tenía George de llamarle "sable". Todo el mundo sabe que un sable es un arma curva, evolución de las simitarras árabes.

Vuelvo a ti, ratón pendenciero. A mí también me seduce ese zafio reptar de serpiente lujuriosa y castrada. Pero aún sé metabolizar y expulsar esa sucia pasión. Pero ay, aunque así sea, durante todo el tiempo de ese proceso, ya has transitado por mi interior. Ya te he tenido, zafia maldad.

Hoy no pasaría los exámenes de Obi-Wan. Por suerte, hoy ya no hay misiones galácticas, y somos un cuerpo disuelto y desperdigado por el mundo. Pero ojo, no somos ratas. Hemos conocido la Fuerza, y una pequeña marca ha dejado en nuestras almas.

Amidala se ha despertado, y quiere algo. Creo que un vaso de agua.
Por eso me despido hasta otro rato.